
Caminando por el sendero a las orillas del Rio Schuylkill en la noche, veo las luces azules del Cira Centre reflejadas por las olitas del rio. Esas lucitas azules parecen como llamitas frias bailando por el superficie del agua, todas ellas intentando, deseando, queriendo nadar hacia la costa, pero nunca superan la fuerza de gravedad que las mantienen amarradas en su baile eternal solitario. Cada lucita azul representa a un residente de la ciudad, cada uno se ve los demas, cada uno esta rodeada por los demas, cada uno puede hablar solo a las mas cercanas, cada uno tiene que gritar con toda su fuerza para comunicarse con las mas lejanas, cada uno se ve todas las otras lucitas bailando furiosamente, y, de vez en cuando, cuando una pare por un momentico para ver para afuera y darse cuenta que existe un mundo afuera de, y mas grande de, su propia olita, se de cuenta que todos estan bailando, siempre bailando, que siguen, siguen, siguen bailando, ailando, lando, ando, do, o. En ese instante, esa lucita se siente que es una parte integral de un gran movimiento, dirigido por un Gran Director en el cielo, y a la misma vez esa lucita se siente tan solito, tan aislado, tan vacillo, tan pequenito. La luz aspira super hondo y grita desde el fondo de sus pulmones, con la fuerza inmensa de todas las fibras de su alma: Que Contradiccion!!! Sus lagrimas caen al rio, que las lleva al mar, que las da a las nubes, para dejar caer otra vez en el rio. Asi sigue el ciclo de la vida, nuestras lagrimas nos refrescan en el justo momento cuando las necesitamos. Y mientras todo, el Gran Director sigue con el ritmo, la musica, con el bajo bien fuerte para que uno se siente el pulso en el puro centro de su pecho.
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